No hay nunca un por qué para un recuerdo; llega de repente así, sin pedir permiso y nunca sabes cuando se marchará. Lo único que sabes es que lamentablemente volverá. Aunque, por lo general son instantes. Y ahora sé como hacerlo. Basta con no detenerse demasiado. En cuanto llega el recuerdo, hay que alejarse rápidamente, hacerlo enseguida, sin miramientos, sin concesiones, sin enfocarlo, sin jugar con él, sin hacerse daño. Así, mucho mejor...Ahora ya ha pasado.
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