De esa forma tan peculiar de hablar sin hablar, de narrar sin pronunciar sílaba alguna, de bailar sin mover un sólo ápice de su cuerpo. Fue todo lo que no dijo, y lo que dijo sin decir también. Fueron las historias que no contó las que me enamoraron. Y su manera de mirar sin ver, y de ver sin mirar. Fuera como fuera, yo me veía reflejada en sus ojos.
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